sábado, 12 de enero de 2019

Una combi llena de


Conocí a Laura Visciglio en la Jornada de Literatura para Niños y su Enseñanza que se realizó en La Plata, en noviembre de 2018. Ella había viajado hasta allí, yo había viajado hasta allí. La pasión literaria y la incontinencia viajera nos habían puesto en el mismo lugar. Desde ese momento supe que ustedes también tenían que conocer su proyecto: la biblioteca rodante Doña Galinda. Con mucha alegría, se las presento.




Otra Laura, Laura Devetach, escribió en el libro Una caja llena de (Colihue):

Yo iba con esta caja llena de.
Por un caminito me encontré con, que llevaba un.
Abrí mi caja y le ofrecí mis.
Y me dijo:
—¡Qué lindo! ¡Qué fantástico! ¿Puedo?
Le dije que sí.
Y por el caminito se fue feliz, llevándose mis en su.
Y aquí está la caja, que quedó vacía.
Por favor, pónganle algo porque tengo que ir por un caminito con mi caja llena de.

Este texto siempre me ha generado alegría y esperanza, tal vez porque honra el gesto simple con el que compartimos las bondades conquistadas a la vida, esa generosidad que nos compromete con las personas que encontramos por el camino. El proyecto de la biblioteca rodante Doña Galinda me conmueve de la misma manera. Es un gran SÍ que va abriendo caminos.


¿Cómo presentarías a Doña Galinda ante los lectores del blog?

Doña Galinda es una biblioteca rodante, un proyecto autogestivo. Busca, en su ruedo, compartir libros de diferentes formatos, autorxs, temáticas, con el convencimiento de que la literatura es un derecho, no un privilegio. El proyecto apunta al encuentro, no solo con los libros, sino con otrxs.


¿Quiénes integran y sostienen el proyecto? ¿Son bibliotecarios o tienen otras trayectorias?

Por el momento estoy yo. Pero cuento con la colaboración de Federico Ussher, un gran amigo y músico que cuando puede me acompaña a los espacios, musicaliza las narraciones y aporta su magia.

El camino que me fue llevando hasta Galinda comenzó en la docencia. Estudié el Profesorado en Educación Inicial en el Normal 1 [de Buenos Aires]. Un espacio muy rico en mi formación, que actualmente está llevando adelante una gran lucha en contra del proyecto UniCABA que atenta contra la existencia de los institutos terciarios. Luego realicé una especialización en Literatura Infantil, donde tuve profesorxs como Beatriz Ortiz y Juan Marcial Moreno, que me ayudaron a construir una mirada enriquecedora y transformadora de la literatura y la narración oral. Él, un gran narrador y amante de la literatura, alguien que transmite esa pasión que siente, que contagia. Me hizo volver a experimentar la vivencia de que te cuenten un cuento y todo lo que eso genera, por lo tanto, imposible no intentar compartirlo con otrxs.

Actualmente, otro gran espacio público de formación es el ISTLyR (Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación), que propone una perspectiva diferente y una reflexión constante que complejizan la mirada sobre el juego. En mi caso particular, me permite construir la interrelación que puede generarse entre literatura y juego.

Cada espacio generó una nueva forma de mirar el mundo, enriqueciendo la mirada que tenía y potenciando lo ya incorporado. A pesar de los espacios académicos, creo que la mayor formación me la dieron lxs pibxs con lxs que compartí lecturas y percibir sus respuestas. En ese momento entendí la inmensidad de lugares a los que puede llevarte una buena historia.


¿Cómo surgió la idea de montar una biblioteca rodante?

Considero que la mayoría de los proyectos surgen de un sueño, de alguna idea loca que decide instalarse en el recinto de nuestra cabeza, que allí se queda y se quedó. No pude sacarme la idea de que el encuentro con los libros es una experiencia que debemos vivenciar todxs, es parte de nuestra cultura. Otro de mis sueños sería poder viajar. Creo que los encuentros con otras personas que se dan en los viajes enriquecen las miradas y las concepciones que tenemos de «La Realidad»; permiten reconocer que no es la única, que hay miles de formas de entender lo mismo, incomodarse, desconocer y todo lo que sucede mientras intentamos comprender. Leer esa realidad distinta a la propia, ese compartir es lo que enriquece, resignifica, deconstruye. La biblioteca viene a proponer un espacio para compartir, de intercambio. El objetivo es llevar historias ¡para llevarme otras!


¿Cómo fue pasar de la idea a la concreción del proyecto? ¿Recibiste apoyo de alguna institución, hubo obstáculos, cómo los superaron, hubo cambio de planes…?

El transitar fue... es muy cuesta arriba. Considero que se debe a dos razones: la primera, que la coyuntura actual no se caracteriza por apoyar a los espacios culturales. La segunda es que el proyecto fue creciendo al andar, y fui convenciéndome a mí misma de lo que estaba haciendo. Empecé sin saber si podría sostenerlo o cómo podría hacer que funcionara o si a alguien le interesaría, pero estaba segura de lo que quería compartir. Fue así que todo comenzó comprando libros, investigando, leyendo, descubriendo las infinitas posibilidades que hay. Preguntándome cuáles son los títulos más acertados en términos educativos y de calidad literaria. De a poco me fui comprando libros y libros y más libros. Los ponía en juego en el espacio donde trabajo, que es mi lugar de desafío.

Así fueron pasando los años. Empecé a transitar espacios de capacitación y a profundizar en talleres de narración oral, títeres, hasta que finalmente, después de mucho ahorrar, logré conseguir a Doña Galinda, una combi Volskwagen modelo 81. ¡Es más grande que yo, jajaja! En ese momento sentí que ya estaba todo listo, que era el momento de salir, de hacer. Las condiciones perfectas no iban a estar dadas nunca, porque a la combi había que hacerle arreglos, entre otras cosas. Pero sabía que lo importante ya estaba. Fue así que con una combi llena de libros, preguntas, miedos, ganas, alas (que son las que me dejan volar y no tener siempre los pies en la tierra), sueños y algunas frustraciones Galinda abrió por primera vez sus puertas, en Villa Lugano, en un encuentro barrial con otras propuestas lúdicas (juegos, murga).

Al poco tiempo de transitar algunas experiencias me di cuenta de que con eso solo no alcanzaba, solo llevar libros y leerlos no era suficiente, y comencé a pensar qué otras posibilidades tenía. Así fue que empecé a incluir narraciones orales. En ese momento se sumó Fede, y fuimos pensando cómo contarlos incluyendo la magia de los lenguajes artísticos, entendiendo que van de la mano, que pueden generar climas, burbujas potentes. Ese espacio de narración sumado con la música genera otros despertares en las personas que lo transitan.

Todo el tiempo aparecen obstáculos, dudas, cambio de planes. La realidad actual es un gran factor de influencia. Camino lento, pero no voy a dejar de hacerlo. Así, rodando despacito, este noviembre Galinda cumplió tres años, ¡pero en realidad son varios más!


¿Los libros que integran la biblioteca son donados, comprados…?

Los libros son comprados. Eso también es un tema complejo, por el momento, porque para ampliar y enriquecer el material que conforma la biblioteca tengo que comprarlos, y como la biblioteca es un proyecto sin fines de lucro, es muy difícil sostenerla. El 2018, como para muchas personas, fue muy duro, complejo de resistir. La realidad es que mi fuente de ingreso es la docencia. Trabajo jornada completa, con lo cual no me queda mucho para invertir en Galinda. Pero es una decisión política que sea gratuita. El objetivo sería que el Estado financiara el proyecto y contribuyera a garantizar el derecho a la literatura y a experiencias de esta índole. Pero mientras tanto, voy probando. Así que estoy abierta a ideas, sugerencias o, si alguna editorial quiere colaborar con el proyecto, también. 

Tuve donaciones de las que no dejo de sentirme agradecida, no solo por el aporte del material, sino por la valoración del proyecto: Mario Méndez, que se comunicó conmigo luego de que participara en un taller dictado por él; Istvansch, con quien nos conocimos en el mismo taller y que realizó una gran donación; Camila di Matteo y su ámbito de trabajo, que apostaron por el proyecto y donaron libros.

Ahora Galinda, además de ser biblioteca rodante es librería rodante, esto quiere decir que vendo libros para poder seguir sosteniendo el proyecto y ampliar los títulos de la misma.


¿Cómo seleccionás los libros?

El criterio de selección de los libros, en principio, es subjetivo. Si bien es una frase que circula con frecuencia, creo que es así: hay libros que nos eligen. ¿Qué siento cuando lo leo? ¿Me conmueve? ¿Qué me mueve dentro? ¿A qué lugar me lleva?... Si los libros me hacen pensar o sentir algunas de estas cosas, posiblemente, los elija.

Asimismo algunos de los criterios que rigen para seleccionar los libros parten de la calidad estética y literaria, de evitar imágenes estereotipadas, cerradas. Tenemos bastante material de libro álbum, ya que por su esencia propone un juego de lecturas entre imagen y texto muy interesante de vivenciar; tenemos variedad de autorxs, de géneros. Además, pienso que un libro que tiene calidad permite ampliar su lectura, un libro puede ser leído, disfrutado, por un amplio grupo etario.

También creo que nos falta mucho material, quisiera poder ofrecer muchísimo más, pero se hace difícil conseguirlo. Sin embargo, de a poco lo vamos logrando.


¿Qué tipo de actividades realizan en cada salida? ¿Hacen préstamo de libros, lecturas en el lugar, narraciones…?

Depende del lugar/festival, aunque en general siempre es una invitación a habitar juntxs un espacio de encuentro con libros. Armo un sector ambientado con banderines, telas, almohadones para que lxs que participen se sientan bienvenidxs y cómodxs. Estoy disponible e invito a compartir una historia, sugerir, convocar, para compartir una lectura en pequeños grupos o unx a unx. Luego se invita a una lectura o narración colectiva empleando algunos recursos, como el teatro Kamishibai.

En otros festivales formamos parte de las programaciones del escenario y llevamos adelante un espectáculo (por decirlo de cierto modo) que cuenta la historia de la Abuela Galinda y de nuestro intento por recuperar sus cuentos, con el objetivo de valorar la transmisión oral. Este espacio está conformado por música, narración oral y títeres, tanto para adultxs como para niñxs.

También he transitado por espacios de formación para docentes, como profesorados de Nivel Inicial y Primaria, armando talleres, contando la experiencia y compartiendo mi mirada en relación con la literatura.


¿Por dónde circula Doña Galinda? ¿Va a donde la llaman o planifica un itinerario propio?

En general las salidas que llevamos adelante están acompañadas por algún festival o encuentro. Creo con convicción en este tipo de espacios de participación, ya que considero que debemos recuperar el espacio público y habitar las calles con propuestas recreativas y artísticas. Por sobre todo, creo en las redes que sostienen, en la interacción entre organizaciones e instituciones, en las luchas colectivas que nos encuentran resistiendo juntxs, apoyándonos mutuamente.

Principalmente, nos convocan, aunque en otras oportunidades ofrecemos nuestra participación. Como mencioné anteriormente, por el momento Doña Galinda convive con otras actividades personales (trabajo y estudio), con lo cual muchas veces dependo de estas para poder organizar su itinerario, pero espero que pronto pueda invertirse el orden y pueda llegar cada vez a más lugares.


Doña Galinda promueve el encuentro con otros espacios culturales, ¿nos contarías una o dos experiencias entrañables que hayan vivido con Doña Galinda durante el 2018?

Una de las experiencias maravillosas del 2018 se llevó adelante en el Jardín Maternal N.°5 de 20 [Villa Lugano], donde las docentes, junto con el equipo directivo, organizan la «Callecita de los libros». Es una actividad que se lleva a cabo desde hace muchos años, en la que se corta la calle del barrio para invitar a las familias a que participen en propuestas literarias de todo tipo. Allí estuve con Galinda y con el equipo de Cujuca Oculta, del cual también formo parte, sumando lo nuestro a esta bellísima actividad. Aquí se puso en juego lo que mencionaba anteriormente: la potencia de las redes. La juegoteca, la escuela, lxs vecinxs, las organizaciones e instituciones que habitamos el barrio fuimos convocados por el Jardín. Allí construimos en conjunto este encuentro colectivo, lúdico y artístico.

Otro de los espacios que resultan muy significativos es el Club Cultural La Minga, en el barrio de Boedo. Si bien en el 2018 no pude estar, considero necesario nombrarlo, porque es un lugar donde defienden la cultura y el encuentro. Dos veces por año organizan «El Minguero». Ese día se corta la calle y se convoca a muchísimas propuestas artísticas y recreativas. Un encuentro para todxs en el espacio público, resistiendo por la cultura, encontrándonos e invitándonos a compartir un día de experiencias transformadoras. Lo que sucede allí con Galinda es mágico: personas que se acercan curiosas a conocernos, a leer, a compartir un mate, a conversar sobre diferentes libros o, simplemente, a sacarse una foto con la combi.


¿Qué desafíos y sueños tiene la biblio para el 2019?

Uno de los objetivos principales de Doña Galinda es poder resolver en la mayor medida posible cuestiones de mecánica para poder llegar a otras provincias. Mientras tanto, reorganizar la agenda para poder visitar escuelas.

El mayor desafío es seguir incomodándome y seguir desafiando la propia propuesta para que se enriquezca, hacerme preguntas constantemente. Seguir construyendo y deconstruyendo lo realizado, volver a pensar. Creo que esta entrevista ayuda muchísimo a proyectar, volver a los orígenes, ¿por qué?, ¿para qué?, preguntas clave para el desarrollo del proyecto. Y lo más interesante es que las respuestas son dinámicas, nunca son las mismas, van cambiando, porque el contexto cambia, yo cambio, las experiencias nos transforman y creo que eso es lo más enriquecedor.


¿Podrías recomendarnos algún/algunos libros para disfrutar durante las vacaciones?

Un increíble libro álbum: Sueños de volar, de Teresa Marques, editorial Kalandraka; y El barón rampante, de Ítalo Calvino.



Sitio para visitar


Pueden pasar por el Facebook de Doña Galinda, de donde tomamos las imágenes.



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