lunes, 6 de febrero de 2017

¿Libre elección en todas las estanterías? Cuando los adultos deciden lo que los niños deben leer (Parte I)

¿Qué concepciones se ponen en juego cuando seleccionamos libros para chicos? ¿Cuál es el margen que les dejamos a los niños en tales selecciones? Nina Christensen es una especialista danesa en literatura infantil. Dirige un importante centro de investigación y formación en la Universidad de Aarhus, Dinamarca. En esta entrada comparto un extracto de un artículo en el que analiza los dilemas planteados y ofrece un panorama del campo literario danés, una buena oportunidad para encontrar puntos comunes y diferencias entre realidades culturales distantes.







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La elección de los adultos, un condicionamiento para los niños


Aparentemente, en las discusiones pasa inadvertido que el elevado control ejercido por los adultos sobre el acceso a la literatura es un condicionamiento para los niños. Los escritores adultos seleccionan el material que les presentan a los niños y la forma que le dan a esos materiales. Los editores y sus asesores evalúan si van a producir y vender determinados títulos. Los vendedores eligen si quieren los libros en sus negocios o en sus tiendas online. Los mediadores profesionales–maestros, bibliotecarios y educadores– deciden qué títulos se ponen en juego en la enseñanza o en contextos comunicacionales. Los padres, abuelos, amigos y conocidos que dan regalos a los niños también llevan a cabo una elección en su nombre.

Estas decisiones están guiadas por diferentes consideraciones. Las editoriales tienen diferentes perfiles y vehiculizan, por tanto, diferentes percepciones sobre lo que puede y debe generar dinero, en lo que a niños respecta. En última instancia, los intereses de los editores y de los libreros son principalmente económicos. La literatura infantil es, claramente, un producto. Los mediadores profesionales pueden y deben tomar una serie de consideraciones distintas: las bibliotecas, de acuerdo con lo que declara el campo, están obligadas a elegir los libros según tres criterios, «calidad, universalidad y actualidad», y esto no solo se aplica a los libros para niños. Los maestros evalúan si determinados títulos específicos se pueden utilizar en la enseñanza o en un contexto educativo particular. Los adultos que    –tal vez con el niño– seleccionan un libro para leer en la cama tienen otros criterios o consideran otros aspectos, por ejemplo, que el libro no asuste demasiado o que sea divertido, para que niños y adultos terminen el día con una buena experiencia compartida.


Tres aproximaciones a la relación entre el adulto, el libro y el niño


No es sorprendente que las opiniones se dividan, cuando adultos en contextos tan diferentes tienen la tarea de seleccionar textos para los niños. Añádase a esto que nunca hay, ha habido –o, en mi opinión, habrá– un consenso sobre el papel que los productores, los grupos profesionales o el público tienen que adoptar en relación con la lectura de los niños. En general, se pueden señalar tres enfoques o tres concepciones de la relación entre el adulto, el libro y el niño. Algunos creen que el niño, ante todo, debe ser protegido y que esa es la misión principal del adulto, incluso en relación con la literatura. Según esta mirada, el niño es un ser sensible en desarrollo que no debe ser expuesto a impresiones que superen sus límites o que sean percibidas como aterradoras. Otros creen que el papel del adulto en relación con la literatura es educar o ayudar al niño a comprender y conocer las normas que deben aplicarse en una sociedad. La crítica a Tintín en el Congo y El kiosco de Mustafá puede ser vista a la luz de esta opinión: si no se quiere que los niños se vuelvan racistas, no deberían tener acceso a libros que puedan ser percibidos como ofensivos, por ejemplo, por las minorías étnicas. Una tercera posición es que el adulto debe considerar al niño como una criatura robusta que debe ser desafiada y debe ampliar sus horizontes también a través de la literatura. Desde esta perspectiva, los mismos adultos tienen la obligación de estar abiertos a lo nuevo, lo sorprendente e, incluso, lo macabro, para darle también al niño la oportunidad de conocer lo curioso, lo extravagante y lo transfronterizo. Sin dudas, la mayoría de los adultos serán capaces de reconocerse a sí mismos dentro de esta serie de enfoques.





El extracto opera como cita. Tiene fines educativos y de divulgación. Fuente:

Christensen, Nina, «Frit valg på alle hylder? Når voksne bestemmer, hvad børn skal læse» (fragmento). Creado el 19/12/2014. Traducción de Beatriz Petersen.  Versión completa disponible en http://www.litteratursiden.dk/artikler/frit-valg-paa-alle-hylder-naar-voksne-bestemmer-hvad-boern-skal-laese.




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