Mireia Manresa, licenciada en Filología Catalana y doctora
en Didáctica de la Lengua y la Literatura por la Universidad Autónoma de
Barcelona, ofreció una conferencia sobre sobre hábitos de lectura y formación de lectores literarios en la era digital. Su trabajo integra la línea
de investigaciones que realiza el grupo GRETEL, coordinado por María Teresa
Colomer. En esta entrada comparto algunas notas que tomé durante el
encuentro que se llevó a cabo en La Nube, el jueves 11 de
agosto, en articulación con el área de literatura para niños de la UNSAM.
¿Qué implica formar lectores literarios en una cultura cada
vez más digitalizada? Al respecto, Mireia Manresa identifica dos ejes: el
primero está relacionado con el progreso en las competencias lectoras que
permiten acceder e interpretar todo tipo de textos; el segundo, con la
incorporación de la lectura como hábito personal. Esta última línea de
exploración trasciende al lector implícito supuesto en los textos y pone al
lector empírico en el centro. Así, la pregunta por lo que deberían leer los
niños se transforma en una indagación por las lecturas que efectivamente
realizan y las diversas maneras en que lo hacen.
Este giro en la mirada explica la relevancia que tiene
considerar las innovaciones tecnológicas y su impacto en la cultura lectora.
¿En qué afectan las tecnologías la lectura literaria? Según Manresa, las
transformaciones acontecidas en la llamada «era digital» impactan en tres
ámbitos: los productos literarios (literatura digitalizada y literatura
digital); las habilidades y estrategias lectoras, y las prácticas lectoras, es decir, la
relación del lector con la lectura literaria.
La conferencia se orientó, entonces, a divulgar los
resultados de un trabajo investigativo focalizado en el ámbito de las prácticas
de lectura literaria en red de adolescentes, en particular, la dimensión
interactiva, puesto que, según Manresa, la socialización es el punto más tocado
por la digitalización.
El análisis descriptivo del corpus, formado por blogs
literarios gestionados por adolescentes de entre 11 y 18 años, ofrece algunas
pistas sobre nuevas prácticas de lectura literaria: actualización constante,
multiplicación de recursos usados para hablar sobre libros, conciencia de ser
referentes y de pertenecer a una comunidad lectora, tendencia al coleccionismo
(por ejemplo, retos vinculados con la cantidad de libros leídos), aproximación
lúdica a la lectura, importancia de la imagen. ¿Qué lector configuran estas
prácticas? Para Mireia Manresa, está surgiendo un perfil de lector voraz,
informado, estratégico, que consume en comunidades y ocupa un rol como
dinamizador y promotor de lectura.
Si pensamos en la formación escolar de lectores literarios,
¿cuáles serían algunas de las líneas a incorporar en la escuela? La
especialista considera que es fundamental reforzar la lectura como práctica
social en la escuela, recuperar la lectura en comunidad, propiciar que los
niños y los jóvenes asuman un rol como promotores de lectura entre sus pares, y
ayudar a expresar la propia experiencia de la lectura mediante la enseñanza de
un metalenguaje y de criterios de valoración. Asimismo, es importante
diversificar los materiales, propiciar el deseo de leer a través de estrategias que fomenten
un vínculo entre el lector y el libro, armar itinerarios de lectura con
complejidad creciente y, fundamental y enfáticamente, es imprescindible que el
sistema se comprometa con estrategias a largo plazo: descubrir y mantener la
formación de hábitos lectores como prioridad.
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