Imagen de tapa del libro |
Esta entrada está destinada a replicar la reseña que escribió Aline Frederico en el sitio IRSCL. Ofrecemos una traducción completa de la misma puesto que realiza un paneo comentado de cada capítulo, indicando el nombre de los autores involucrados y los principales ejes que abordan. Es un material útil para hacerse una idea del contenido y del tenor del libro.
Editores: Mireia Manresa y Neus Real (volumen colectivo)
Lugar de edición: Bruselas
Editorial: Peter Lang
Año de publicación: 2015
Formato: e-book
Idioma: inglés
Páginas: 236
Traducción de la reseña de Aline Frederico sobre Digital Literature for Children
Título del libro: Digital Literature for Children
Las tablets han
revolucionado el campo de la literatura para niños al incorporar todas las
posibilidades del medio digital en un dispositivo transportable y ergonómico.
Este cambio no solo genera nuevos modos de leer y compartir la literatura «tradicional» a
través de formatos digitales, sino también innovadoras formas híbridas de
literatura digital que incorporan la participación de los lectores de varias
maneras. Digital Literature fro Children
(Literatura digital para niños) es la primera publicación en formato libro,
luego de la revolución del iPad, que
aborda la ficción digital en la educación. Esta compilación es el resultado de
un proyecto de tres años del grupo de investigación GRETEL, de la Universidad
Autónoma de Barcelona, que exploró la literatura para niños disponible en iPad en España durante el período 2012- 2014. El proyecto implicó tanto
el análisis de un corpus textual de apps
como de la recepción infantil en contextos escolares y domésticos.
El libro está dividido en cinco partes. La Parte I reflexiona
sobre el contexto de la literatura digital para niños y sobre la construcción
del marco teórico. En el primer capítulo, Laura Borrás analiza la vida
extremadamente mediatizada de los niños y de los jóvenes contemporáneos, y el
impacto que esto tiene en sus experiencias lectoras. El capítulo 2, escrito por
Lucas Ramada Prieto, es una reseña sistemática e interdisciplinaria sobre las
distintas teorías que conforman nuestra comprensión de los híbridos textos
digitales que culmina con una definición de e-lit:
“Producto informático programado que es
capaz de codificar múltiples sustancias semióticas para construir su discurso y
que, además, permite la inclusión del lector como participante activo en la
estructura discursiva” (50).
La Parte II está dedicada a las características de la
literatura digital para niños y jóvenes. Comienza con la presentación que hace
Bettina Kümmerling-Meibauer de los diversos modos en que la literatura para niños
ha sido afectada por el fenómeno de los nuevos medios, tanto en términos de
contenidos –por ejemplo, las novelas para jóvenes que describen los problemas
de una sociedad digitalizada o la representación de las nuevas tecnologías en
los libros ilustrados– , como en términos de formatos narrativos, incluidas las
aplicaciones y las novelas para celular, la narración transmedia y la fan
fiction.
En el capítulo 4, Junko Yokota compara ciertas posibilidades
y limitaciones entre el formato códice y las aplicaciones, para sugerir que
diferentes clases de contenidos pueden beneficiarse de distintas maneras del tratamiento
singular que ofrece cada uno. Por ejemplo, propone que la no ficción puede
verse favorecida con la actualización constante, y con los diccionarios y el
acceso a contenidos multimedia; mientras que los libros álbum, aunque pierdan
la fuerza de la composición material que tiene el códice, ofrecen una
posibilidad para el desarrollo de nuevas formas narrativas que incorporen las
convenciones específicas y la no linealidad propias del medio digital.
El capítulo 5, de Celia Turrión Penelas, propone un marco
interdisciplinario para el análisis de aplicaciones narrativas, que considera
cuatro aspectos clave de dicho formato: la mecánica de las industrias del
entretenimiento y de la educación (tipos de adaptación y selección de géneros);
la interactividad (tipo y grado de participación, integración y equilibrio de
las distintas formas de interactividad dentro de la narrativa); la complejidad
de los rasgos narrativos (estructura narrativa,
composición, punto de vista y tipos de complejidad interpretativa); y,
finalmente, las variaciones de la experiencia literaria ofrecida (organización
de la información en la interfaz, modo dominante y tipo de pacto ficcional).
La Parte III se enfoca en las experiencias de los jóvenes
lectores con la literatura digital. En el capítulo 6, Mireia Manresa explora
las respuestas de grupos integrados por chicos de entre 9 y 15 años comprometidos
con distintos tipos de literatura electrónica, desde libros álbum y cuentos
ilustrados presentados en formato de aplicación, hasta literatura multimedia
interactiva en la web. Las reacciones de los chicos ante estos textos indican
que las características interactivas y multimodales generan un profundo
sentimiento de inmersión que sitúa al lector dentro del mundo ficcional y le permite
“vivir” y “actuar” como (los) personajes.
Lucas Ramana Prieto y Lara Reyes López (capítulo 7) analizan
cuatro casos de lectura de aplicaciones literarias en la escuela, con niños de
entre 11 y 12 años. Cada participante posee un «perfil de lectura»
diferente, acorde con su fluidez lectora y con la apreciación o el rechazo que
le tenga a la tecnología. Los autores sugieren que la experiencia de lectura
con literatura digital fue más lúdica y exploratoria que la lectura tradicional;
que los niños transfirieron sus habilidades lectoras previas para dar sentido a
la lectura digital, y que los lectores más competentes se comprometieron con mayor
profundidad y comentaron los textos de
manera más fundamentada.
Cerrando esta parte, en el capítulo 8, Martina Fittipaldi,
Anna Juan y Mireia Manresa analizan debates grupales para comparar las
interpretaciones hechas por adolescentes de 15 años sobre un cuento de Edgard
Allan Poe, leído en una versión impresa (solo texto) y en una versión digital
que, además del texto completo, incluía sonidos, ilustraciones y otros elementos
multimodales. Las autoras concluyen que, dentro de la reducida muestra, los
participantes que leyeron el libro impreso parecían haber logrado una
interpretación más profunda y una mayor comprensión de los elementos literarios
clave de la historia que aquellos participantes que habían leído la aplicación.
Sin embargo, personalmente sostendría que es más probable que ese resultado se
haya debido a la cuestionable calidad de las adaptación multimodal, que al
hecho de que haya sido una versión digital del relato.
La indagación de las experiencias que tienen los jóvenes
lectores con la literatura digital continúa en la Parte IV. No obstante, aquí
el foco del análisis recae sobre las prácticas de aprendizaje hogareñas y
escolares en torno a la literatura digital, con un énfasis puesto en las
aplicaciones. Cristina Aliagas y Ana M. Margallo (capítulo 9) presentan
estudios etnográficos de casos realizados con niñas en pre-escolar, de entre 1
y 5 años. Descansan en nociones como «alfabetización hogareña» y «saberes
previos» para reflexionar sobre las alfabetizaciones tecnológicas de los
niños cuando leen iPads en sus casas,
junto con sus padres. Frente a la lectura conjunta de los libros álbum
(usualmente, a la hora de acostarse), la lectura de aplicaciones ocurre mayormente
durante el día y en espacios sociales, como el living. Además, las aplicaciones literarias aparecen al lado de
otras vivencias mediáticas que tienen los niños, creando una experiencia
literaria transmedial que incluye mirar videos y jugar.
Real y Correro (capítulo 10) compararon, durante dos años, las
preferencias que tenían los niños del nivel pre-escolar (2-5 años) en cuanto a
aplicaciones, tanto en ámbitos hogareños como en el jardín de infantes. En
casa, los niños tendían hacia aquellas aplicaciones en las cuales el juego era
preponderante. Sin embargo, debido a la disponibilidad de otros recursos,
muchos chicos preferían juegos y videos antes que dedicarse a las aplicaciones
literarias. En la escuela, donde estas otras opciones eran inaccesibles, los
eventos de lectura libre eran no lineales, algo caóticos, con algunos niños que
dominaban los dispositivos y otros que adoptaban el rol de espectadores. Por su
parte, los eventos de lectura guiada eran lineales y similares a la tradicional
lectura compartida de libros álbum. Estos hallazgos sugieren que los niños
pequeños, por su propia cuenta, ya sea en el ámbito de la casa o de la escuela,
se concentran en el aspecto lúdico de las aplicaciones. La mediación del adulto
se vuelve necesaria cuando el objetivo es hacer foco en los elementos
lingüísticos y literarios de los textos.
En el capítulo 11, Teresa Colomer y Karla Fernández de
Gamboa Vázquez presentan un estudio exploratorio realizado en una biblioteca
escolar. Durante el año que abarcó el estudio, seis niños (de entre 11 y 12
años) recibieron libre acceso a una colección de aplicaciones literarias en iPads, además del acceso a la colección
impresa, para que realizaran una lectura cotidiana independiente. Los
resultados indican que los niños integraban la lectura digital a sus hábitos,
pero conservaban todavía mayor interés por la lectura impresa, a la que le
dedicaban más tiempo. También parecían recurrir a estrategias de lectura
típicas de la literatura impresa, como las lecturas lineales y el uso selectivo
de la interactividad, incluso cuando tenían acceso a aplicaciones que
propiciaban experiencias de lectura altamente interactivas y no lineales.
La parte V completa el volumen con la perspectiva de los
creadores. Primero, Kate Pullinger, la autora de las series de ficción digital Inanimate Alice, presenta un relato
sobre el desarrollo que tuvo el proyecto a lo largo de los años, desde sus
inicios como parte de la campaña publicitaria de una película, hasta su vida
independiente como uno de los trabajos más exitosos en literatura digital para
niños, con varios premios ganados, traducciones a múltiples idiomas y su
incorporación en las escuelas de todo el mundo. El volumen cierra con una
reflexión del ilustrador y animador Arnal Ballester, quien sostiene que la
posibilidad de la participación de los lectores es la esencia de las poéticas
de la e-lit, lo que altera profundamente la noción de
autoría, que ahora debe ser compartida entre los que tradicionalmente llamamos «autores» y «lectores».
Sin dudas, Digital
Literature for Children: Texts, Readers and Educational Practices contiene
miradas interesantes sobre varias de las facetas de la literatura digital para
niños, tanto desde una perspectiva teórica como práctica. Muchos capítulos
sugieren que la teoría literaria y la de los libros álbum pueden resultar
insuficientes para comprender la literatura digital, y expresan la necesidad de
un marco multidisciplinario que incluya, por ejemplo, teorizaciones sobre el
juego y sobre el campo audiovisual. De igual manera, mientras la mayoría de los
niños que formaron parte de los estudios recurrían con frecuencia a sus
competencias literarias para dar sentido a los textos digitales, varios
capítulos argumentan, convincentemente, que la educación literaria tradicional
no parece adecuada para proveerlos de todas las habilidades necesarias para
comprender completamente y discutir este tipo de textos, a la vez que resaltan
el rol del adulto mediador y la necesidad de una cuidadosa selección de los
textos.
La calidad de los capítulos varía, como suele ocurrir en los
volúmenes colectivos. Los capítulos 2 y 9 se destacan por aportar una posición
analítica frente a las aproximaciones mayormente descriptivas de los demás
capítulos, y por establecer sólidas relaciones con diversas teorías a fin de
proponer formas innovadoras de comprender el estado actual de la literatura
digital para niños. Finalmente, la contribución de especialistas
internacionales es un añadido que expande los márgenes del libro más allá del
corpus de las aplicaciones narrativas, para incluir otras formas de literatura
digital para niños.
Aline Frederico
Universidad de Cambridge, Gran Bretaña
International Research Society for Children’s Literature
Última consulta 4/9/2016
Traducción: Beatriz Petersen