lunes, 5 de septiembre de 2016

Digital Literature for Children

Imagen de tapa del libro
Dentro del material teórico que aborda el campo de la literatura digital podemos mencionar la publicación en formato e-book de Digital Literature for Children, una recopilación de artículos académicos editada por Mireia Manresa y Neus Real que congrega a varios investigadores del grupo GRETEL.
Esta entrada está destinada a replicar la reseña que escribió Aline Frederico en el sitio IRSCL. Ofrecemos una traducción completa de la misma puesto que realiza un paneo comentado de cada capítulo, indicando el nombre de los autores involucrados y los principales ejes que abordan. Es un material útil para hacerse una idea del contenido y del tenor del libro.


Traducción de la reseña de Aline Frederico sobre Digital Literature for Children




Título del libro: Digital Literature for Children
Editores: Mireia Manresa y Neus Real (volumen colectivo)
Lugar de edición: Bruselas
Editorial: Peter Lang
Año de publicación: 2015
Formato: e-book
Idioma: inglés
Páginas: 236 


Las tablets han revolucionado el campo de la literatura para niños al incorporar todas las posibilidades del medio digital en un dispositivo transportable y ergonómico. Este cambio no solo genera nuevos modos de leer y compartir la literatura «tradicional» a través de formatos digitales, sino también innovadoras formas híbridas de literatura digital que incorporan la participación de los lectores de varias maneras. Digital Literature fro Children (Literatura digital para niños) es la primera publicación en formato libro, luego de la revolución del iPad, que aborda la ficción digital en la educación. Esta compilación es el resultado de un proyecto de tres años del grupo de investigación GRETEL, de la Universidad Autónoma de Barcelona, que exploró la literatura para niños disponible en iPad en España durante  el período 2012- 2014. El proyecto implicó tanto el análisis de un corpus textual de apps como de la recepción infantil en contextos escolares y domésticos.

El libro está dividido en cinco partes. La Parte I reflexiona sobre el contexto de la literatura digital para niños y sobre la construcción del marco teórico. En el primer capítulo, Laura Borrás analiza la vida extremadamente mediatizada de los niños y de los jóvenes contemporáneos, y el impacto que esto tiene en sus experiencias lectoras. El capítulo 2, escrito por Lucas Ramada Prieto, es una reseña sistemática e interdisciplinaria sobre las distintas teorías que conforman nuestra comprensión de los híbridos textos digitales que culmina con una definición de e-lit: “Producto informático  programado que es capaz de codificar múltiples sustancias semióticas para construir su discurso y que, además, permite la inclusión del lector como participante activo en la estructura discursiva” (50).

La Parte II está dedicada a las características de la literatura digital para niños y jóvenes. Comienza con la presentación que hace Bettina Kümmerling-Meibauer de los diversos modos en que la literatura para niños ha sido afectada por el fenómeno de los nuevos medios, tanto en términos de contenidos –por ejemplo, las novelas para jóvenes que describen los problemas de una sociedad digitalizada o la representación de las nuevas tecnologías en los libros ilustrados– , como en términos de formatos narrativos, incluidas las aplicaciones y las novelas para celular, la narración transmedia y  la fan fiction.

En el capítulo 4, Junko Yokota compara ciertas posibilidades y limitaciones entre el formato códice y las aplicaciones, para sugerir que diferentes clases de contenidos pueden beneficiarse de distintas maneras del tratamiento singular que ofrece cada uno. Por ejemplo, propone que la no ficción puede verse favorecida con la actualización constante, y con los diccionarios y el acceso a contenidos multimedia; mientras que los libros álbum, aunque pierdan la fuerza de la composición material que tiene el códice, ofrecen una posibilidad para el desarrollo de nuevas formas narrativas que incorporen las convenciones específicas y la no linealidad propias del medio digital.

El capítulo 5, de Celia Turrión Penelas, propone un marco interdisciplinario para el análisis de aplicaciones narrativas, que considera cuatro aspectos clave de dicho formato: la mecánica de las industrias del entretenimiento y de la educación (tipos de adaptación y selección de géneros); la interactividad (tipo y grado de participación, integración y equilibrio de las distintas formas de interactividad dentro de la narrativa); la complejidad de los rasgos narrativos (estructura narrativa,  composición, punto de vista y tipos de complejidad interpretativa); y, finalmente, las variaciones de la experiencia literaria ofrecida (organización de la información en la interfaz, modo dominante y tipo de pacto ficcional).

La Parte III se enfoca en las experiencias de los jóvenes lectores con la literatura digital. En el capítulo 6, Mireia Manresa explora las respuestas de grupos integrados por chicos de entre 9 y 15 años comprometidos con distintos tipos de literatura electrónica, desde libros álbum y cuentos ilustrados presentados en formato de aplicación, hasta literatura multimedia interactiva en la web. Las reacciones de los chicos ante estos textos indican que las características interactivas y multimodales generan un profundo sentimiento de inmersión que sitúa al lector dentro del mundo ficcional y le permite “vivir” y “actuar” como (los) personajes.

Lucas Ramana Prieto y Lara Reyes López (capítulo 7) analizan cuatro casos de lectura de aplicaciones literarias en la escuela, con niños de entre 11 y 12 años. Cada participante posee un «perfil de lectura» diferente, acorde con su fluidez lectora y con la apreciación o el rechazo que le tenga a la tecnología. Los autores sugieren que la experiencia de lectura con literatura digital fue más lúdica y exploratoria que la lectura tradicional; que los niños transfirieron sus habilidades lectoras previas para dar sentido a la lectura digital, y que los lectores más competentes se comprometieron con mayor profundidad  y comentaron los textos de manera más fundamentada.

Cerrando esta parte, en el capítulo 8, Martina Fittipaldi, Anna Juan y Mireia Manresa analizan debates grupales para comparar las interpretaciones hechas por adolescentes de 15 años sobre un cuento de Edgard Allan Poe, leído en una versión impresa (solo texto) y en una versión digital que, además del texto completo, incluía sonidos, ilustraciones y otros elementos multimodales. Las autoras concluyen que, dentro de la reducida muestra, los participantes que leyeron el libro impreso parecían haber logrado una interpretación más profunda y una mayor comprensión de los elementos literarios clave de la historia que aquellos participantes que habían leído la aplicación. Sin embargo, personalmente sostendría que es más probable que ese resultado se haya debido a la cuestionable calidad de las adaptación multimodal, que al hecho de que haya sido una versión digital del relato.

La indagación de las experiencias que tienen los jóvenes lectores con la literatura digital continúa en la Parte IV. No obstante, aquí el foco del análisis recae sobre las prácticas de aprendizaje hogareñas y escolares en torno a la literatura digital, con un énfasis puesto en las aplicaciones. Cristina Aliagas y Ana M. Margallo (capítulo 9) presentan estudios etnográficos de casos realizados con niñas en pre-escolar, de entre 1 y 5 años. Descansan en nociones como «alfabetización hogareña» y «saberes previos» para reflexionar sobre las alfabetizaciones tecnológicas de los niños cuando leen iPads en sus casas, junto con sus padres. Frente a la lectura conjunta de los libros álbum (usualmente, a la hora de acostarse), la lectura de aplicaciones ocurre mayormente durante el día y en espacios sociales, como el living. Además, las aplicaciones literarias aparecen al lado de otras vivencias mediáticas que tienen los niños, creando una experiencia literaria transmedial que incluye mirar videos y jugar.

Real y Correro (capítulo 10) compararon, durante dos años, las preferencias que tenían los niños del nivel pre-escolar (2-5 años) en cuanto a aplicaciones, tanto en ámbitos hogareños como en el jardín de infantes. En casa, los niños tendían hacia aquellas aplicaciones en las cuales el juego era preponderante. Sin embargo, debido a la disponibilidad de otros recursos, muchos chicos preferían juegos y videos antes que dedicarse a las aplicaciones literarias. En la escuela, donde estas otras opciones eran inaccesibles, los eventos de lectura libre eran no lineales, algo caóticos, con algunos niños que dominaban los dispositivos y otros que adoptaban el rol de espectadores. Por su parte, los eventos de lectura guiada eran lineales y similares a la tradicional lectura compartida de libros álbum. Estos hallazgos sugieren que los niños pequeños, por su propia cuenta, ya sea en el ámbito de la casa o de la escuela, se concentran en el aspecto lúdico de las aplicaciones. La mediación del adulto se vuelve necesaria cuando el objetivo es hacer foco en los elementos lingüísticos y literarios de los textos.

En el capítulo 11, Teresa Colomer y Karla Fernández de Gamboa Vázquez presentan un estudio exploratorio realizado en una biblioteca escolar. Durante el año que abarcó el estudio, seis niños (de entre 11 y 12 años) recibieron libre acceso a una colección de aplicaciones literarias en iPads, además del acceso a la colección impresa, para que realizaran una lectura cotidiana independiente. Los resultados indican que los niños integraban la lectura digital a sus hábitos, pero conservaban todavía mayor interés por la lectura impresa, a la que le dedicaban más tiempo. También parecían recurrir a estrategias de lectura típicas de la literatura impresa, como las lecturas lineales y el uso selectivo de la interactividad, incluso cuando tenían acceso a aplicaciones que propiciaban experiencias de lectura altamente interactivas y no lineales.

La parte V completa el volumen con la perspectiva de los creadores. Primero, Kate Pullinger, la autora de las series de ficción digital Inanimate Alice, presenta un relato sobre el desarrollo que tuvo el proyecto a lo largo de los años, desde sus inicios como parte de la campaña publicitaria de una película, hasta su vida independiente como uno de los trabajos más exitosos en literatura digital para niños, con varios premios ganados, traducciones a múltiples idiomas y su incorporación en las escuelas de todo el mundo. El volumen cierra con una reflexión del ilustrador y animador Arnal Ballester, quien sostiene que la posibilidad de la participación de los lectores es la esencia de las poéticas de la e-lit, lo que altera profundamente la noción de autoría, que ahora debe ser compartida entre los que tradicionalmente llamamos «autores» y «lectores».

Sin dudas, Digital Literature for Children: Texts, Readers and Educational Practices contiene miradas interesantes sobre varias de las facetas de la literatura digital para niños, tanto desde una perspectiva teórica como práctica. Muchos capítulos sugieren que la teoría literaria y la de los libros álbum pueden resultar insuficientes para comprender la literatura digital, y expresan la necesidad de un marco multidisciplinario que incluya, por ejemplo, teorizaciones sobre el juego y sobre el campo audiovisual. De igual manera, mientras la mayoría de los niños que formaron parte de los estudios recurrían con frecuencia a sus competencias literarias para dar sentido a los textos digitales, varios capítulos argumentan, convincentemente, que la educación literaria tradicional no parece adecuada para proveerlos de todas las habilidades necesarias para comprender completamente y discutir este tipo de textos, a la vez que resaltan el rol del adulto mediador y la necesidad de una cuidadosa selección de los textos.

La calidad de los capítulos varía, como suele ocurrir en los volúmenes colectivos. Los capítulos 2 y 9 se destacan por aportar una posición analítica frente a las aproximaciones mayormente descriptivas de los demás capítulos, y por establecer sólidas relaciones con diversas teorías a fin de proponer formas innovadoras de comprender el estado actual de la literatura digital para niños. Finalmente, la contribución de especialistas internacionales es un añadido que expande los márgenes del libro más allá del corpus de las aplicaciones narrativas, para incluir otras formas de literatura digital para niños.


Aline Frederico
Universidad de Cambridge, Gran Bretaña
International Research Society for Children’s Literature
Última consulta 4/9/2016
Traducción: Beatriz Petersen