Quiso la
suerte que mi estadía en Bahía Blanca coincidiera con la visita de Istvansch,
quien ofreció dos charlas de puro disfrute, para pensar a través de la risa. Si
bien en los encuentros curioseamos varios de sus libros, para esta entrada elijo
mirar el trabajo de ilustración que hizo en La
durmiente, de María Teresa Andruetto.
En La durmiente María Teresa Andruetto
subvierte la tradición del clásico cuento que oficia de intertexto. La protagonista
sigue siendo princesa y sigue siendo bella, aunque este no sea un rasgo
definitorio tan importante como para aparecer a nivel del título. El sueño de
la princesa —que sí es relevante y se sostiene en el título— no es provocado
por ningún encantamiento, sino que constituye una elección personal de negación
y huida de la realidad. Además, el principio de reconexión con el mundo deja de
ser erótico —el príncipe, con beso y todo, está ausente—, para ser político. Como deja
adivinar el germen narrativo contenido en el epígrafe de José Antonio Martín: «Había una vez una princesa/a quien despertó,/no el beso de un príncipe,/sino
una revolución».
Y así como
la prosa poética de Andruetto remite en contrapunto a la tradición del cuento
clásico para tensionar lo dicho y lo no dicho, así Istvansch procesa materiales
plásticos y gráficos preexistentes para construir un discurso visual de
múltiples capas.
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Varios son
los recursos utilizados en la propuesta de ilustración, pero pongamos la
atención en uno: la cita plástica. Sobre la transparencia del papel vegetal,
una línea negra inventa los personajes del cuento al tiempo que, sin previo
aviso, recrea los contornos de reconocidos cuadros. Las meninas, de Diego Velázquez; Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova; La libertad guiando al pueblo, de Eugéne
Delacroix; Chacareros, de Antonio
Berni, por nombrar algunos, se integran en la ficción como parte de la historia
narrada desde la ilustración. La coexistencia de la reproducción gráfica del
cuadro original y del bosquejo en tinta negra de la misma imagen permite que momentos de producción distintos aparezcan en simultáneo: ¿este procedimiento anula la historicidad para
volverla intemporal y arquetípica o, más bien, otorga espesor cultural al decir
contemporáneo?
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Al final del cuento, un listado de referencias invita a volver y
descubrir el juego de cajas chinas, en donde la representación ha sido objeto
de una nueva representación.
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Entrelíneas
Los dibujos fluyen en una línea negra etérea y casi continua, se superponen y contrastan con el cúmulo sólido y multicolor de
otros materiales gráficos reutilizados. Pero ¿la transparencia del soporte de papel vegetal sugiere inmediatez en la percepción u
opacidad en la lectura? Resulta tentador pensar que esta decisión artística desnuda una propuesta de ilustración que no es
ingenua y que busca poner en marcha, justamente, una lectura «entrelíneas». Así, el trabajo
del ilustrador interpela y tensiona: ¿hasta dónde quiere/puede ver quien lee?
Si fuera cierto que somos, en gran parte, el producto de las decisiones que hemos tomado: ¿hasta dónde querés ver?
Si fuera cierto que somos, en gran parte, el producto de las decisiones que hemos tomado: ¿hasta dónde querés ver?
Nota
Sobre las
presentaciones de Istvansch en Bahía Blanca, pueden recorrer los sitios de las
bibliotecas Pajarita de Papel y Bernardino Rivadavia, como también el Face de la
Escuela Superior de Artes Visuales. La imagen usada en la portada corresponde al afiche de promoción que figura en la página de la biblioteca Pajarita de Papel.
Ficha técnica
Título: La durmiente
Autor del texto: María Teresa Andruetto
Ilustraciones: Istvansch
Editorial: Alfaguara
Lugar: Buenos Aires
Año: segunda edición, 2013
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