domingo, 7 de mayo de 2017

¿Cómo suena Pampa?


Durante la conferencia que dio en el V Encuentro IBBY, Cecilia Pisos compartió la novedad de su último libro: Pampa.  Esta entrada comienza con «Hoja», el poema que la escritora leyó para todos los asistentes, y sigue con otras dos poesías, más un breve análisis melódico del poemario.










Hoja

En la punta de una rama,
tiembla tímida una hoja.

El viento la hace pensar,
si se aferra, si se arroja…

Pasa otra hoja volando,
es pájaro, está feliz.

Y la hoja se decide,
se suelta, se deja ir…
 
(Cecilia Pisos, Pampa)



La poesía trabaja, más que sobre unidades de sentido, sobre unidades de sonido. Por esa razón, una estrofa no es el equivalente poético de un párrafo. Mientras que el párrafo mantiene y agota un núcleo temático, una estrofa ―ya sea regular o irregular― presenta una unidad sonora, aunque el tema pueda aparecer desarrollado en estrofas sucesivas. El peso que tiene la dimensión sonora es un rasgo característico de la poesía; y cabe aclarar que no estamos hablando solo de rima, sino de métrica, ritmo, aliteraciones, cesuras y demás recursos que influyen en la dimensión sonora del lenguaje poético.

Cuando escribimos un poema, orquestamos todos esos elementos mencionados y creamos estructuras similares a las frases musicales. Esa orquestación queda, por decirlo de una manera, en el ADN del poema creado. De modo que, si escribimos una poesía en base a un determinado molde, pero luego alteramos los cortes de los versos para "despeinar" el esquema estrófico inicial, la poesía seguirá sonando con la misma cadencia original, aunque su manifestación escrita se vea modificada.

En el caso de Pampa, la cadencia que predomina en la mayoría de los poemas que integran el libro es la de la cuarteta octosílaba con rima asonante en los versos pares. Ya podemos intuirlo en «Hoja», si reagrupamos los pareados; pero veamos, por ejemplo, qué pasa con el precioso poema inaugural:



Vaca

De a poquito, a mordiscos,
y con paciencia de santa,
mi vaca
se va comiendo,
pasto por pasto,
la pampa.

Y cuando el verde termine,
de postre
y con lengua larga,
una luna de vainilla
lamerá
a la madrugada.

(¡Ni qué decir la laguna
que beberá hasta secarla,
y que calmará su sed
con peces fríos de plata).

El aspecto del poema impreso en la hoja muestra una estructura estrófica irregular. Sin embargo, los invito a leerlo en voz alta; notarán que suena exactamente como la estrofa final: cuarteta octosílaba con rima asonante en los versos pares.

Dado que esta cosmogonía pampeana parece sostener con plena justicia literaria que «al principio y al final, estaba la vaca», miremos cómo Cecilia Pisos escandió los versos octosílabos para dar forma al último poema. Nuevamente, aunque las estrofas escritas se muestren irregulares, la lectura en voz alta revelará el ADN melódico inalterable:

Lunas

La luna
aclara la charca
con su colador
de nata:
deja solo dos estrellas,
se lleva
diez mil chicharras.

La luna
tajea el cielo
con su filito de lata:
¿si allí arrimara mi ojo,
dime luna,
qué mirara?

Mi vaca
traga la luna
cuando bebe
de la charca.
¡Qué noche
de piel tan negra
sobre mi vaca
tan mansa!




Recorran esta Pampa y háganla sonar. Ahí los esperan, «Mañana», «Noche», «Viento» y más; con las ilustraciones en blanco y negro de Héctor Borlasca.






Ficha

Título: Pampa
Autora: Cecilia Pisos
Ilustraciones: Héctor Borlasca
Lugar: Buenos Aires
Editorial: La Brujita de Papel
Colección: Los libros del ratón
Año: 2017

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