Durante la conferencia que dio en el V Encuentro IBBY, Cecilia Pisos compartió la novedad de su último libro: Pampa. Esta entrada comienza con «Hoja», el poema que la escritora leyó para todos los asistentes, y sigue con otras dos poesías, más un breve análisis melódico del poemario.
Hoja
En la punta
de una rama,
tiembla tímida
una hoja.
El viento la
hace pensar,
si se
aferra, si se arroja…
Pasa otra
hoja volando,
es pájaro,
está feliz.
Y la hoja se
decide,
se suelta,
se deja ir…
(Cecilia Pisos, Pampa)
La poesía trabaja, más que sobre unidades de sentido, sobre
unidades de sonido. Por esa razón, una estrofa no es el equivalente poético de
un párrafo. Mientras que el párrafo mantiene y agota un núcleo temático, una
estrofa ―ya
sea regular o irregular― presenta una unidad sonora, aunque el tema pueda aparecer desarrollado
en estrofas sucesivas. El peso que tiene la dimensión sonora es un rasgo característico
de la poesía; y cabe aclarar que no estamos hablando solo de rima, sino de
métrica, ritmo, aliteraciones, cesuras y demás recursos que influyen en la
dimensión sonora del lenguaje poético.
Cuando escribimos un poema, orquestamos todos esos
elementos mencionados y creamos estructuras similares a las frases musicales. Esa orquestación queda, por decirlo de una manera, en el ADN del poema creado. De modo que, si escribimos una poesía en base a un determinado molde, pero luego alteramos
los cortes de los versos para "despeinar" el esquema estrófico inicial, la poesía seguirá sonando con la misma cadencia original, aunque su manifestación escrita se vea modificada.
En el caso de Pampa,
la cadencia que predomina en la mayoría de los poemas que integran el libro es
la de la cuarteta octosílaba con rima asonante en los versos pares. Ya podemos
intuirlo en «Hoja», si reagrupamos los pareados; pero veamos, por ejemplo, qué
pasa con el precioso poema inaugural:
Vaca
De a
poquito, a mordiscos,
y con
paciencia de santa,
mi vaca
se va
comiendo,
pasto por
pasto,
la pampa.
Y cuando el
verde termine,
de postre
y con lengua
larga,
una luna de
vainilla
lamerá
a la
madrugada.
(¡Ni qué
decir la laguna
que beberá
hasta secarla,
y que
calmará su sed
con peces
fríos de plata).
El aspecto del poema impreso en la hoja muestra una
estructura estrófica irregular. Sin embargo, los invito a leerlo en voz alta; notarán
que suena exactamente como la estrofa final: cuarteta octosílaba con rima
asonante en los versos pares.
Dado que esta cosmogonía pampeana parece sostener con plena justicia literaria que «al principio y al final, estaba la vaca», miremos
cómo Cecilia Pisos escandió los versos octosílabos para dar forma al último poema. Nuevamente, aunque las estrofas escritas se muestren irregulares, la lectura en voz alta revelará el ADN melódico inalterable:
Lunas
La luna
aclara la
charca
con su
colador
de nata:
deja solo
dos estrellas,
se lleva
diez mil
chicharras.
La luna
tajea el
cielo
con su
filito de lata:
¿si allí
arrimara mi ojo,
dime luna,
qué mirara?
Mi vaca
traga la
luna
cuando bebe
de la
charca.
¡Qué noche
de piel tan
negra
sobre mi
vaca
tan mansa!
Recorran esta Pampa y háganla sonar. Ahí los esperan, «Mañana», «Noche», «Viento» y más;
con las ilustraciones en blanco y negro de Héctor Borlasca.
Ficha
Título:
Pampa
Autora:
Cecilia Pisos
Ilustraciones:
Héctor Borlasca
Lugar:
Buenos Aires
Editorial:
La Brujita de Papel
Colección:
Los libros del ratón
Año: 2017
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