viernes, 10 de marzo de 2017

Un poco de historia: el clásico que no fue

El primer libro argentino de literatura para niños puede consultarse en la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata. Se trata de Cuentos, escrito por Eduarda Mansilla a fines del siglo XIX. Es un ejemplar restaurado de la edición original; de tan antiguo, el papel se hace virutas sobre la mesa de lectura a medida que lo hojeamos. En esta entrada les informo más sobre este libro que quiso ser un clásico… pero no lo fue.






Sentarse en la tradicional Sala de Lectura de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) a hojear el ejemplar original de Cuentos, de Eduarda Mansilla, es una experiencia de lectura muy rica que ofrece, además, la oportunidad de observar aspectos materiales de la edición y del diseño.
¿Por qué prestarle atención a este libro? Porque, aunque ya habían circulado relatos para niños en algunas publicaciones periódicas del siglo XIX, Cuentos representa el primer libro argentino dedicado a un destinatario infantil.

Está formado por un prólogo escrito por la autora, fechado en enero de 1881, más ocho cuentos  y un cuadro de costumbres escritos entre 1879 y 1881. Debo decir que la datación es un poco polémica       –puesto que la fecha de publicación que figura en la tapa marca que el volumen fue editado en 1880 por la Imprenta de la República–; pero más interesante que eso es destacar que las narraciones no guardan un orden cronológico. Y ese aspecto es significativo porque evidencia que, en la edición, los materiales literarios fueron dispuestos con la intención de generar un efecto particular, tal vez asociado con el ritmo de lectura, tal vez con los contenidos o con el sentido. Esta es una pregunta valiosa desde la que quien tenga interés puede ingresar al libro, indagarlo y plantear hipótesis.

Lectores


Otro aspecto relevante del libro reside en la manera en que se prefigura al lector. Los receptores privilegiados son los niños: así lo evidencia la misma Eduarda en el prólogo, así lo marcan las dedicatorias (cada cuento incluye los nombres de los niños, almas tutelares a quienes está dedicado) y así también lo muestran las interpelaciones directas que hace a lo largo del libro. Como ejemplo, cito textualmente algunos fragmentos de «Una palabra al lector». En la reproducción podrán advertir que la escritura culta de la época se guiaba por normas ortográficas y pautas de puntuación diferentes a las que rigen en la actualidad. No las enmiendo porque aportan espesor histórico al comentario.

Puede acaso aspirarse a mayor gloria, que a cautivar la atención de los niños, críticos perfectos, de un gusto esquisito, seguro […]? No. Y por mi parte esa gloria me bastaría. (Mansilla, 1880, pág. VII)
Cada uno de mis cuentos […] lleva al frente el nombre del niño a que va dedicado. Es la imajen protectora que ha de servir de salvaguardia y aun de inspiración á mi pobre ingenio (págs. VII y VIII).
He tratado de familiarizar á mis jóvenes lectores, por medio de apólogos sencillos, con las idea delicada y profunda, que en la naturaleza todo vive, todo siente; y que el sufrimiento no cuenta solo por la cantidad sino por la calidad, mostrándoles que la virtud debe ser amada porque es bella. Si mi fantasía me ha estraviado, voy en grata compañía (pág. VIII).

La última cita evidencia el carácter moralizante que tienen los relatos. Como correlato, Eduarda Mansilla también incluye dentro de su público lector a las mujeres que harán de mediadoras en la lectura, principalmente a las madres, pero también, a las educadoras. Este aspecto tiene un matiz histórico asociado con el rol de la mujer en la Argentina de fines del siglo XIX que es necesario no perder de vista.

¡Cuál ha sido mi objeto al componer estos cuentos?
Debo confesarlo, aún cuando la pretensión parezca superior á mis fuerzas. Vivir en la memoria de los niños argentinos! Penetrar en el hogar por la puerta mágica de la fantasía, y que las madres encuentren en mis cuentos con que reemplazar esos hoy olvidados, que en mi infancia contaba yo á mi abuelita (pág. VI).
El primer cuento que aparece en el libro, «La jaulita », fue publicado por primera vez en la revista femenina La Ondina de Plata. Como afirma María Florencia Buret:

El hecho de que el primer relato infantil de Mansilla haya sido publicado inicialmente en una revista destinada a mujeres, es relevante porque permite ver cómo esta literatura específica surge en respuesta a una demanda social existente, en la cual la mujer asumirá un rol central: la instrucción moral e intelectual de los niños. Serán las madres las encargadas de aceptar o rechazar esos relatos, según los consideren o no pertinentes para la educación de sus hijos. Eduarda Mansilla pone al descubierto ese “poder” de las mujeres cuando, en el prólogo, desea “que las madres encuentren” en sus cuentos los reemplazos adecuados a esos relatos ya olvidados. En este sentido, las mujeres no serían simples mediadoras de las narraciones infantiles sino también evaluadoras y, en cierto sentido, receptoras directas de esos cuentos, pues las lecciones que se deducen de ellos también se adaptan a la situación que viven las mujeres del siglo XIX. (Buret, 2013, pág. 3)

En fin, la escena de lectura arquetípica que construye el libro se corresponde con una escena doméstica, ligada al disfrute aleccionador de los niños de las clases más acomodadas.

Su principal modelo literario


En las primeras líneas del prólogo, Eduarda Mansilla marca su principal influencia literaria a la hora de redactar los cuentos:

Andersen, el maestro en materia de cuentos, ha narrado magistralmente las aventuras de «Un soldadito de plomo.»
Siguiendo sus huellas, he contado yo las de una Jaula dorada.
Si lo hice bien ó mal, no me incumbe á mi decirlo; solo he intentado producir en español, lo que creo nó existe aun original en ese idioma: es decir el género literario de Andersen. (pág. V)
El tema merece una revisión más extensa de la que puede abarcar esta nota. Sin embargo, un primer punto para empezar a tirar del piolín está en la siguiente observación: Hans Christian Andersen utiliza una matriz narrativa tradicional, la del cuento maravilloso, pero la somete a presión, la desencaja, de manera que sus relatos no son planos, prolijos ni políticamente correctos. Por su parte, Eduarda Mansilla inventa personajes que le permiten vehiculizar una moralina aleccionadora predecible.

¿Es ese uno de los factores que impidieron que Cuentos trascendiera el marco de su época, se convirtiera en clásico y pudiera interpelar a los lectores de otros siglos? ¿Influyó el contexto cultural y la inexistencia de un campo literario sólido en la Argentina de fines del siglo XIX? ¿En qué medida impactó su condición de mujer? ¿Tuvo consecuencias para la difusión del libro el hecho de que ella hiciera quemar toda su obra al morir?

¿Qué acogida hallará mi libro? Mi intención es buena; tengo fé en esa pléyade entusiasta, generosa, que vá á leerme. Ella me ha inspirado, en ella fio (pág. VIII).
Más de cien años después, lo que sí podemos afirmar como respuesta a la pregunta que se hacía Eduarda Mansilla es que intenciones y fe no hacen un clásico literario. El resto es materia que podemos investigar.

La edición de 2011


Al libro que integra el acervo histórico de la Biblioteca Pública de la UNLP le faltan algunas pocas páginas que la restauración, por más esforzada que fuera, no pudo reponer. Quienes quieran una versión completa del material pueden conseguir la edición anotada que pertenece a la colección Ediciones Académicas de Literatura Argentina Siglos XIX y XX de la editorial Corregidor. El estudio preliminar está a cargo de Hebe Beatriz Molina y está formado por dos partes: una biografía de Eduarda Mansilla y una revisión crítica de los cuentos.




Bibliografía y fuentes literarias citadas en esta entrada

Buret, M. F. (2013). Los «Cuentos» (1880) de Eduarda mansilla [ponencia en línea]. V Jornadas de
Poéticas de la Literatura Argentina para Niños, 13 y 14 de septiembre de 2013, La Plata, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.2741/ev.2741.pdf.

Mansilla, E. (1880). Cuentos. Buenos Aires: Imprenta de la República.


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