Mientras vacacionaba en las increíbles playas de Barra de
Valizas, Uruguay, intenté armar una lista mental de escritores uruguayos de
literatura para niños. Admito que no fui muy lejos por cuenta propia. Movida
por la curiosidad, decidí pedir referencias en la biblioteca popular de la
villa, un espacio sostenido a pulmón, gracias al trabajo de un grupo de gente
comprometida con la causa de la lectura.
Para llegar a la biblioteca hay que andar por una calle con
memoria local y resonancias de cuento universal. En efecto, está ubicada sobre
Aladino Veiga, la principal arteria de Valizas, que porta el nombre de un antiguo
vecino del pueblo a la vez que recuerda a uno de los personajes literarios más
famosos de Las mil y una noches.

Redes

«Ad honorem», «donaciones» y «a
pulmón»
son las tres categorías con que Tabaré explica la existencia de esta sala llena
de estanterías. El equipo que sostiene la biblioteca no realiza compras ni
recibe el aporte de materiales por parte del gobierno. El dinero que recaudan con
la venta de señaladores de lectura o de libros descatalogados se utiliza para
el mantenimiento de las estructuras y la reparación de los volúmenes.

Con lucidez explica que los visitantes de esta biblioteca se encuentran frente a otra dinámica. El carácter aleatorio del fondo bibliográfico hace que tal vez no estén disponibles algunos de los títulos más renombrados pero, en su lugar, abre a la sorpresa y al descubrimiento de lecturas no previstas por los usuarios.
¿Qué leemos?
La zona de literatura para chicos me regala el reconfortante
reencuentro con tapas de mi propia infancia y la picante intriga que causa lo
desconocido. ¿Qué nos puede recomendar en cuanto a literatura uruguaya contemporánea
escrita para chicos? Tabaré piensa un momento y trae dos libros con los que presenta
a sendos autores: Roy Berocay y Helen Velando.

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