lunes, 12 de marzo de 2018

Poesía uruguaya: la gota en la que caben los colores del mundo



               ¿Qué ves?







Me viene lloviendo un libro. Empezó a gotear hace unos años, en la Facultad de Humanidades de La Plata. La mayoría de la gente puede contar como anécdota que lo siguió un perro por la calle; pues a mí me siguió este libro llovedor. Se vino conmigo a casa y, desde entonces, se escurre para aparecer en las esquinas más insospechadas del mundo literario. Una vez, por ejemplo, se asomó por el Instituto Summa, en Buenos Aires. Fue la tarde en que Graciela Repún y Beatriz Ortiz hicieron la danza de la lluvia. También se apareció varias veces en la Travesía de la Feria del Libro Infantil y Juvenil. Últimamente, asomó su mojadura en el taller de Pilar… En fin, diría que parece un libro inagotable. Con poemas de Germán Machado e ilustraciones de Fernando de la Iglesia, les propongo volver a Ver llover.



«Para ver hay que mirar» 

(cantan los uruguayos de No te va a gustar)


Ver llover está diagramado como álbum cromático y se despliega en secciones que pasan por distintas gamas: «blanco, negro, gris»«rojo»«azul»«amarillo»«del rojo al violeta». ¡¿Cómo, la lluvia no es siempre gris, monocorde y descendente?! ¿Y si te dijera que la imagen que presenta esta entrada del blog constituye una mirada plástica de la lluvia?

Me tienta pensar que el libro anuncia su poética en el poema preliminar; un texto que, por la maravilla de la distribución en página, puede ser leído como dos poemas separados o como uno solo. En este último caso, la sorpresa con que cierra la primera parte se plasma en el generoso espacio en blanco con que comienza la segunda.























Podría resumir lo que percibo como la poética de Ver llover en dos líneas: la desnaturalización de la mirada y la inscripción dialógica del «otro» mediante el uso de la segunda persona. Una segunda persona que, como sabemos, a veces puede servir para universalizar la experiencia subjetiva. 

Por otro lado, hay una marca gráfica que sostiene esta hipótesis sobre la presencia de un texto preliminar. Si prestamos atención, veremos que la guarda que enmarca el poema es multicolor. Es la única vez que esto sucede. En adelante, la trama adoptará el color característico de cada sección. Así, la trama multicolor aglutina, anticipa, la diversidad que los lectores descubrirán a medida que recorran el poemario. 




«¿Cuál es la distancia precisa para desearte?» 

(preguntaba Diego Frenkel en el tema de La Portuaria)


¿Cuál es la distancia precisa entre el texto literario y la ilustración, para que los dos lenguajes se mantengan en movimiento? Este es un gran desafío editorial, especialmente cuando se trata de poesía. Ver llover superó los escollos con un planteo desafiante, lúdico y sensible que, en su momento, le valió el reconocimiento de ALIJA como destacado 2010.

Las poderosas ilustraciones de Fernando de la Iglesia no reducen los sentidos que la poesía dispersa, sino que los multiplica, al multiplicar las miradas en un ida y vuelta con la escritura, como el propio título propone desde la tapa: VER LLO VER.

Dentro de lo que genéricamente podríamos nombrar como «técnica mixta», existe una apuesta por el collage que remite al gesto surrealista. El juego compositivo del azar, la reutilización de materiales preexistentes y el choque perceptivo se hacen evidentes en las imágenes que siguen.



                                       
                                       





Probablemente, en un tiempo habré encontrado otras relaciones, nuevas perspectivas, elementos inadvertidos, sentidos inaugurales, resonancias cautivantes... Es un libro como la lluvia: podemos ver sus transformaciones mientras lo miramos con ojos de poesía.



Ficha técnica





Título: Ver llover
Textos: Germán Machado
Ilustraciones: Fernando de la Iglesia
Editorial: Calibroscopio
Año: primera edición, 2010; segunda reimpresión, 2014




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