Octubre de
2019. En Chile el pueblo sale a la calle para reclamar inclusión y equidad. La
movilización sorprende a la primera dama chilena, quien cree asistir a una
invasión extraterrestre. Esto último no es cuento, aunque lo parece. ¿Cómo
digerimos semejante ninguneo? Creo que es tiempo de armarnos con pensamientos
potentes, como los que encontramos en Aventuras
y desventuras de Casiperro del Hambre, de Graciela Montes.
Las
primeras líneas de la dedicatoria instalan el horizonte literario con el que
dialoga Aventuras y desventuras de
Casiperro del Hambre: «Para Lázaro y para Pablos, maestros del hambre». Se
refiere a los personajes de El Lazarillo
de Tormes (1554) y de La vida del
Buscón (1626), dos obras emblemáticas del género picaresco.
Sabemos que
los géneros son dinámicos. Sin ir más lejos, entre El Lazarillo y la novela de Quevedo ya es posible advertir
transformaciones significativas. ¿Cómo se actualiza la picaresca en Aventuras y desventuras de Casiperro del
Hambre? De manera sintética podríamos reconocer que Graciela Montes
recupera de esta tradición el uso de la primera persona autobiográfica; el
origen pobre, buscavidas y trotamundos del personaje principal; el relato
episódico de su vida; la sucesión de trabajos y de amos; la mirada crítica
sobre la sociedad; la incorporación desenfadada de elementos escatológicos; el
tono humorístico; el tópico de la rueda de la fortuna cifrado en la imagen del
mundo-calesita y, fundamentalmente, el eje vertebrador del hambre.
Sin embargo,
la condición perruna del personaje impulsa varios desplazamientos con respecto
al género de referencia. Por un lado, incorpora elementos fantásticos dentro
del horizonte realista de la picaresca. Este desplazamiento no es inédito,
porque ya estaba presente en El coloquio
de los perros, escrito por Cervantes y publicado en 1613. Tanto nuestro
protagonista como su amigo, el Huesos, podrían ser vistos como una versión
contemporánea y entrañable del dúo compuesto por Cipión y Berganza… Es más, la
novela de Montes podría venir a ocupar simbólicamente la muy prometida y nunca
escrita historia de Cipión. Lindo, ¿no?
Pero
además, el punto de vista perruno refuerza el efecto de extrañamiento mediante
un contrapunto entre naturaleza y cultura, a la vez que intensifica el
componente crítico, puesto que no solamente cuestiona desde abajo la hipocresía
de una sociedad acomodada, sino que denuncia la falta de empatía del ser humano
para con los más desvalidos.
Tal vez por
contemplación con el público infantil, la novela no se estanca en una mirada
pesimista: amistad, compasión, amor, sentido de la justicia, solidaridad, dignidad,
valentía y lucha por la libertad también tienen su oportunidad en las vueltas
de la vida. Así llegamos a la epifanía final:
Acabo de darme cuenta de que me saqué por fin la sortija y vivo en el
paraíso. Tal vez no se parezca del todo al paraíso que soñé algún día. Sin ir
más lejos, jamás aterrizó a mi lado ningún osobuco gigante para invitarme a dar
vueltas por el cielo. […] Fue algo de lo que me di cuenta hoy, cuando estábamos
los cuatro echados al sol, espantándonos los mosquitos, que vuelven a
ronronearnos cerca. Me dije que la calesita estaba dando una de sus mejores
vueltas. Y que esa vuelta venía a ser, precisamente, el paraíso. Tal vez no sea
un paraíso eterno, ¿pero quién dijo que ha de ser eterno el paraíso? (pág. 136)
Ficha técnica
Título: Aventuras y desventuras de Casiperro del Hambre
Autora: Graciela Montes
Ilustraciones: Oscar Rojas
Editorial: Colihue
Colección: Los libros de Boris
Lugar: Buenos Aires
Año: 1.° edición,
13.° reimpresión, 2007 (1.° impresión 1995)
No hay comentarios:
Publicar un comentario