Mientras vacacionaba en las increíbles playas de Barra de
Valizas, Uruguay, intenté armar una lista mental de escritores uruguayos de
literatura para niños. Admito que no fui muy lejos por cuenta propia. Movida
por la curiosidad, decidí pedir referencias en la biblioteca popular de la
villa, un espacio sostenido a pulmón, gracias al trabajo de un grupo de gente
comprometida con la causa de la lectura.
Para llegar a la biblioteca hay que andar por una calle con
memoria local y resonancias de cuento universal. En efecto, está ubicada sobre
Aladino Veiga, la principal arteria de Valizas, que porta el nombre de un antiguo
vecino del pueblo a la vez que recuerda a uno de los personajes literarios más
famosos de Las mil y una noches.
El cruce de dimensiones no se detiene. Inmediatamente se vuelve
evidente que, además de estar emplazada en una de las zonas más transitadas de
este paraíso hippie, la biblioteca constituye un punto caliente de conexión
virtual porque ofrece libre acceso a la red mediante el servicio gratuito de wifi.
Redes
Hablar de redes cobra un espesor significativo en un pueblo
que inicialmente fue un asentamiento de pescadores ardido por la sal, el viento
y las arenas voladoras. Y qué decir cuando Tabaré, el bibliotecario con quien
conversamos, cuenta que el acervo bibliográfico está formado enteramente por
donaciones y por libros que circulan a través de la red de bibliotecas populares,
entre las cuales se pasan los materiales repetidos.
«Ad honorem», «donaciones» y «a
pulmón»
son las tres categorías con que Tabaré explica la existencia de esta sala llena
de estanterías. El equipo que sostiene la biblioteca no realiza compras ni
recibe el aporte de materiales por parte del gobierno. El dinero que recaudan con
la venta de señaladores de lectura o de libros descatalogados se utiliza para
el mantenimiento de las estructuras y la reparación de los volúmenes.
Tabaré colabora con la biblioteca en el verano, que por
el turismo resulta el período más intenso. Durante el resto del año, el caudal
de habitantes de Valizas retorna a su curso reducido de unas trescientas
personas, y Tabaré vuelve a Montevideo. Su nombre también evoca a un personaje literario,
el protagonista del famoso poema épico del escritor uruguayo Juan Zorrilla de
San Martín. Es un lector entusiasta que trabaja movido por «el compromiso
con la causa». Sin sueldo, disfruta del intercambio con otros y considera
que esa experiencia lo enriquece y le permite crecer.
Con lucidez explica que los visitantes de esta biblioteca se encuentran frente a otra dinámica. El carácter aleatorio del fondo bibliográfico hace que tal vez no estén disponibles algunos de los títulos más renombrados pero, en su lugar, abre a la sorpresa y al descubrimiento de lecturas no previstas por los usuarios.
¿Qué leemos?
La zona de literatura para chicos me regala el reconfortante
reencuentro con tapas de mi propia infancia y la picante intriga que causa lo
desconocido. ¿Qué nos puede recomendar en cuanto a literatura uruguaya contemporánea
escrita para chicos? Tabaré piensa un momento y trae dos libros con los que presenta
a sendos autores: Roy Berocay y Helen Velando.
Salgo de la biblioteca entusiasmada. Ya cuento con una punta
para empezar a hacer bailar este ovillo. Felicitaciones, una biblioteca no es
un espacio para presumir de los libros acumulados, sino para poner en
movimiento la lectura y celebrar esa experiencia. Gracias, Tabaré.
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