martes, 1 de noviembre de 2016

Ronja, la niña que desafió a su estirpe

¿Alguien se siente con ánimo de buscar tesoros? En ese caso, puede pasar por la Biblioteca Infantil y Juvenil Juanito Laguna, en Buenos Aires, y preguntar por Ronja, la hija del bandolero, de la reconocida autora sueca Astrid Lindgren. Si Buenos Aires no figurara en el itinerario, está la alternativa de rastrear la traducción al español publicada por Editorial Juventud. 
Escrita con dinamismo, profundidad y mucho sentido del humor, la novela trata sobre una de las aventuras más excitantes y universales: crecer. Crecer como experiencia íntima, crecer junto con otros, crecer a pesar de los otros, crecer en el mundo.
En esta entrada podrán leer un fragmento del artículo «Del lado de los niños», en el que Birgitta Svanberg analiza la novela.





Del lado de los niños (fragmento)


Por Birgitta Svanberg
Traducción del danés: Beatriz Petersen


Novela familiar



Si Los hermanos Corazón de León es la gran novela bélica para niños, Ronja, la hija del bandolero (1981), la tercera incursión de Astrid Lindgren en el género de aventuras, es la gran novela familiar. En Ronja somos introducidos en la naturaleza agreste del extenso bosque sueco, con musgo y abetos, pantanos y rápidos, arándanos en otoño y anémonas en primavera. Astrid Lindgren puebla la naturaleza con figuras míticas, seres sobrenaturales, enanos grises y duendes culones que pueden ser leídos como la proyección de configuraciones internas de Ronja: un miedo infantil a ser tragada por las fuerzas ciegas de la naturaleza que van más allá del bien y del mal. En conjunto, representan el peligro en el mundo interior de Ronja.

Sin embargo, el verdadero peligro en el entorno de Ronja no se encuentra en la naturaleza, sino en el Castillo de Mattis, la residencia de los humanos. El castillo representa la vida familiar y es aquí donde se encuentran los abismos que amenazan la vida de una niña en desarrollo. La novela comienza con el nacimiento de Ronja, rodeado por una auténtica escena de terror. La tormenta brama furiosa, los seres subterráneos aúllan y el trueno retumba. En el momento en que su padre,  Mattis el jefe de los bandidos, radiante de orgullo, va a presentar a la recién nacida ante su banda de ladrones, «sonó un trueno como no se había oído otro igual en el bosque de Mattis. [...] Todo el antiguo Castillo de Mattis, ubicado en la cima de la montaña, estaba partido al medio. […] Mattis rugía como un animal salvaje. ¿Cómo podía haberle pasado una cosa así al antiguo castillo de su padre?».

Ronja tiene una madre fuerte y segura. Lovis, la esposa del bandolero, controla con firmeza a su explosivo esposo y a los doce ladrones. Aunque cuando se trata de las grandes decisiones en la familia, Lovis está subordinada a Mattis. La relación de Ronja con el padre es ambivalente y dinámica. Es amorosa y dolorosa, dramática y llena de fuerte tensiones. Aquí se configura una simbiosis padre/hija con rasgos de la tragedia antigua (Electra), del teatro shakespeariano (Rey Lear), pero, más que nada, de la principal saga sueca de tragedias parentales: El emperador de Portugalia (1914), de Selma Lagerlöf. Al igual que Jan de Ruffluck [el protagonista creado por Lagerlöf], Mattis experimenta el impacto del amor paterno más desenfrenado cuando recibe a la recién nacida en sus brazos. Es él quien tiene mayores dificultades para liberarse de los fuertes lazos emocionales que conserva con la hija. Cuando Ronja desafía su prohibición más estricta y rompe la Ley del Padre mediante un simbólico salto sobre la Boca del Infierno que hay en el castillo para unirse con el hijo del aborrecido enemigo, Borka, todo estalla para Mattis, quien repudia a su hija al decir: «No tengo ninguna hija».(1)


La rebelión de Ronja también implica una revuelta contra todo lo que el padre significa, su modo de vida y sus valores. Mattis quiere que Ronja lo suceda como jefa de los ladrones cuando sea grande. En ese papel, Mattis es fuerte y poderoso; cuando se trata de manejarse con violencia, le sale bien. El primer rechazo de Ronja hacia el padre se produce cuando ella entiende en qué consiste su «trabajo». Al final del libro, Ronja y Birk, la nueva pareja humana del futuro, deciden que se abstendrán de robar y que intentarán vivir de una manera diferente a la de sus padres. Es una revuelta contra todo el patriarcado la que Ronja pone en escena: hacia su violencia y la ideología de dominación que se basa en la explotación y la opresión. «Sí, y así la gente grita y llora cuando toman lo que les pertenece ―dijo Ronja―. Nunca sería capaz de aguantar eso».

Ronja es quizás el personaje más vívido entre todos los niños luchadores y rebeldes de Astrid Lindgren. El libro termina con su loca felicidad por estar en el mundo.




(1) Ronja huye de la casa con Birk, el hijo del ladrón, y se instala en una cueva del bosque. Se produce la clásica situación triangular entre el padre de una niña en crecimiento y un nuevo rival masculino. El padre está furioso y maldice, loco a causa de los celos y de su amor paterno herido. Ningún reencuentro entre ambos se produce hasta que Mattis reconoce que debe aceptar el derecho de su hija a crecer y desarrollarse, a vivir su propia vida y elegir su propio amor.



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Última consulta 29/10/2016.