En entradas anteriores disfrutamos de libros como Eso no se hace, de Laura Wittner y Carlos Junowicz; Mi abuelo, de Catarina Sobral; y Júbilo, de Andrea Pizzarro Clemo. Detrás de esos títulos está Limonero, una editorial argentina independiente. Este mes los invito a que lean la entrevista que le hicimos a Manuel Rud, uno de sus directores. Es una jugosa oportunidad para conocer el mundo en el que se generaron los libros recomendados.
Dos niños cruzan la pared a lomo de un tigre. Detrás de ese mural, en el barrio porteño de Palermo, funciona Limonero, una editorial pequeña pero audaz que, con garra evidente, pone en el mercado tiradas generosas de 3 000 ejemplares. La cifra puede parecer una desproporción para los tiempos que corren, pero los editores Luciana Kirschenbaum y Manuel Rud tienen muy en claro el objetivo: lograr que sus exquisitos libros álbum estén al alcance de cualquiera. Como explicaban en una nota realizada por Milena Heinrich en 2015: «Con esa idea hicimos tiradas grandes, para que los precios sean accesibles, porque nos importa mucho que no sean exclusivos». A continuación, la breve entrevista que le realizamos a Manuel Rud.
Ustedes formaban una compañía de servicios editoriales para materiales didácticos, ¿por qué decidieron abrir un sello dedicado al libro álbum en la Argentina?
Seguimos trabajando en el desarrollo editorial de materiales didácticos. La decisión de fundar Limonero y mantenerlo como una actividad en paralelo tuvo que ver en parte con tener el «ojo entrenado» en nuestra actividad de servicios editoriales, pero también con un impulso personal de los directores y con una idea compartida del libro, no como un vehículo de transmisión de determinados contenidos, sino como un instrumento para el puro goce lector.
¿Qué expectativas se mantienen de ese proyecto que iniciaron en el 2014 y cuáles se han transformado?
Lo cierto es que Limonero viene cumpliendo de manera bastante completa con las expectativas que teníamos al momento de fundar la editorial: cantidad de títulos por año; visibilidad e identidad del sello; trato justo a autores, ilustradores y colegas; fidelidad a nuestra línea editorial en las decisiones de catálogo, etc. Para el futuro, nos interesa balancear un poco la cantidad de traducciones, que hoy son mayoría, y de proyectos originales.
¿Cómo está compuesto el staff? ¿Qué áreas cubre cada persona?
Lulu Kirschenbaum y yo somos los directores y editores, y en tanto tales, tenemos a cargo las decisiones de catálogo, estratégicas y editoriales. Ángeles Rossi trabaja como cabeza comercial de Limonero; se ocupa de supervisar la distribución y las ventas, de organizar la presencia en ferias, así como de llevar adelante relaciones y ventas institucionales. Sonia Basch es la diseñadora de Limonero, colabora en la selección y curaduría de proyectos, y en la comunicación en redes. Florencia Valle se ocupa de cuestiones administrativas, logísticas y contables.
En la página web de la editorial uno puede apreciar que no aparece el concepto de ‘colección’, ¿por qué eligieron trabajar sin formar colecciones? ¿Cómo describirían el catálogo de Limonero?
Al estar el proceso de selección y curaduría de títulos de Limonero basado mucho más en el impulso que en el cálculo, nuestro catálogo es más un muestrario de las intuiciones y oscilaciones estéticas de los editores que un proyecto metódico. En este sentido, desde un principio creemos que las colecciones son categorías que pueden organizar a posteriori un catálogo voluminoso (y tal vez en unos años Limonero presente colecciones), pero resultan compartimentos estancos e infecundos si están decididas a priori.
¿Qué es un ‘libro de calidad’?
Un libro que no solo merezca ser leído, sino que su lectura sea indispensable. Si se trata de un libro álbum, además, el libro debe ser durable y apelar a su lector también como un objeto deseable. Y debe estar, en términos de gráfica e impresión, a la altura de su contenido.
Fuente externa mencionada
Heinrich, Milena; «Una nueva editorial que apuesta por libros ilustrados», en El Sol, 13/5/2015.
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